La influencia vasca en la gastronomía paraguaya surge con la emigración a América durante el siglo XVIII, debido a la profunda crisis que se vivía en Europa, sobretodo en el mundo agrario. Así empezó una corriente migratoria de campesinos, que se incrementó en el siglo XIX con la llegada de jóvenes para ganarse la vida y poder ayudar a los suyos.
El batiburrillo es un platillo que nació en el departamento de Misiones, gracias al emigrante vasco de Salinas de Léniz, Sebastión Sasiaín Zubillada ; quien junto con su esposa en 1926 se estableció en Misiones.
El señor Sebastián, para colaborar con los misioneros jesuitas en la preparación de una comida para dar de comer a muchas personas, elaboró un plato popular de su tierra, que se acostumbraba ofrecer en actividades comunitarias.
En Europa, por la situación precaria, se consumía principalmente las menudencias de cerdo, oveja y cabra, porque la carne vacuna o de res era muy costosa y escasa., y se preparaba un puchero. De allí se inspiró el señor Sebastián, quien preparó un guiso con menudencias de cerdo y de res: corazón, lengua, riñón, hígado además se le agrega mondongo. Todo condimentado con cebolla, locote, ajo, pimienta en granos, pimentón, sal y grasa de cerdo.
Para acompañar al batiburrillo, el señor Sebastián preparó una bebida refrescante, el siriki, nombre proveniente de la palabra guaraní syryku (trago), elaborada con caña blanca, soda, hielo y limón.
Este guiso, el batiburrillo, se ha convertido en el símbolo culinario de Paraguay, y cada año se realiza una fiesta gastronómica, recordando las Misiones jesuíticas guaraníes.