La yerba mate es de mucha importancia no solamente en Paraguay, sino también en otros países sureños como Argentina. Es el símbolo de la unión, de la bondad y del compartir, que no puede faltar.
Cuenta una leyenda que, en las proximidades de los Saltos del Guairá, en una pequeña cabaña vivía una pareja con su hija. La joven era muy bella, amable y de buen corazón.
Una noche, mientras la familia estaba cenando, se escuchó que alguien llamaba a la puerta, y al abrirla un hombre con un aspecto benévolo les pidió que le dieran albergue por esa noche, porque estaba muy cansado por el largo viaje y les prometió que apenas amaneciera se iría. El jefe de la familia aceptó, y le pidió a su mujer que sacrificara la última gallina, que les quedaba, y le ofreció al forastero su cama, mientras ellos durmieron en el suelo.
Al día siguiente, el forastero ya estaba listo para partir, pero antes de irse reunió a la familia y les confesó que era un enviado del cielo para premiar a las personas que eran bondadosas y desinteresadas, como ellos, que a pesar de ser de bajos recursos le dieron cobijo y alimentos, tratándolo como si fuera de la familia.
Todos se sorprendieron, pero el padre de la familia no quiso aceptar ningún pago. Entonces el forastero le dijo que haría que la joven fuese inmortal, y de repente fue convertida en una planta, que el padre sembró afuera de su casa.
Esa planta es la conocida Yerba Mate, cuyas hojas son usadas para preparar infusiones en muchos pueblos sudamericanos y al quitarle las hojas, vuelve a florecer.